
Partíamos de Cieza en reducidisimo grupo de 10 personas (la Semana Santa ya asoma) y en una hora escasa ya estamos en el punto de partida. Atrás quedaron los viajes de 3 horas para poder empezar a caminar y eso se agradece enormemente.


Por lo tanto se puede decir que volvemos un par de kilómetros sobre nuestros pasos en la anterior etapa para comenzar esta jornada.
El camino es descendente y busca de forma zigzagueante la única hendidura por la que nos podremos acercar a las aguas del río en toda la jornada, la desembocadura del Taibilla.
Caminamos con buen tiempo, a pesar de las previsiones de lluvia. Pasamos por la puerta de un par de refugios de pastores y cazadores para llegar a un collado en el que la pista que seguimos gira bruscamente a la izquierda. Hay que estar muy atento o de lo contrario seguirás recto haciendo caso de las marcas mas fuertes del camino erróneo.
A los 3 kilómetros aproximadamente la pista que seguimos desaparece y es aquí donde tenemos que agradecer el anterior trabajo realizado por Juanma, ya que brújula en mano y sin ninguna referencia mas que el rumbo, este nos hace descender ladera abajo en busca del fuerte rugir de las aguas del Segura.


Una vez enfrente y a la orilla del Segura, podemos observar las consecuencias de la suelta de agua que se está produciendo estos días desde el embalse de la Fuensanta. El Segura baja con un caudal que triplica el habitual, dejándonos una estampa tan impresionante debido a la velocidad y la cantidad del agua.
Es aquí donde almorzamos y degustamos el buen vino con el que Manolo y Pascual nos sorprenden etapa tras etapa.
tras media hora de descanso, emprendemos la marcha siguiendo una pista forestal que nace en este mismo lugar. Ascendemos elevándonos sobre el río, pudiendo comprobar el azul turquesa de sus aguas que circulan a velocidad de vértigo por este impresionante cañón con salida en Letur.
Nosotros avanzamos en la dirección contraria a la del río, buscando un lugar con sugerente nombre "El Llano de la Vida". Y hay que decir que si que el nombre hace justicia al lugar. Una inmensa pradera con un pequeño cortijo en el centro, sin ruidos ni perturbaciones d ningún tipo. Así da gusto caminar, mas aun si es entre amigos.
La pista que atraviesa este idílico lugar es la que nos lleva a Letur, fin de la etapa. Únicamente la abandonamos para coger un sendero descendente que discurre por el interior de una rambla yque nos deja en el arroyo de Letur.

Fin de la jornada, ya queda menos. En total han sido 16 kilómetros recorridos en unas 4 horas. Una etapa tranquila y muy gratificante.
En la próxima volveremos ha acercarnos al Segura, si este nos deja claro..... Ya vemos el Cenajo, ya olemos Almadenes... mas pronto que tarde estaremos caminando por nuestros campos ciezanos.
Vale Quien Sirve Pedro Ríos García
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