El pasado fin de
semana, concretamente el sábado día 2 de Noviembre, el grupo GECA
cambió las profundidades de la Sima del Pulpo por las frías aguas
de tierras granadinas. Esta vez el lugar elegido fue el Barranco del
Buitre o Cerrada de Lezar, situado a muy poca distancia de la ciudad
más importante de aquella zona como es la ciudad de Huéscar
(Granada).
Por este barranco
fluía un afluente del río Castril. Dicho barranco comienza a la
falda de la sierra denominada con el mismo nombre y cuyas aguas son
provenientes de, la mayor parte, lluvias y demás filtraciones del
suelo kárstico que predomina en aquella zona. Parajes y vistas
propias de alta montaña, aunque no se sobrepasaban los 2.000 metros
de altitud.
Puesto que dicha zona
se encuentra a dos horas de distancia de nuestra localidad, se
decide, como viene siendo costumbre, madrugar y se fija la hora de
quedada a las seis de la mañana. Pasan unos minutos de las ocho
cuando nos encontramos en la cabecera del barranco y comenzamos a
equiparnos. Una vez equipados nos adentramos en el barranco y
empezamos la instalación de los primeros rápeles, puesto que
contamos con varias cuerdas para agilizar el progreso.
Muy pronto nos vemos
inmersos en una secuencia de rapeles muy seguidos de distinta
longitud, que van desde los 10 metros hasta los 25 metros que tienen
los dos últimos rápeles. De una espectacular belleza éstos dos
últimos, y en particular el último rapel que, por suerte o por
desgracia (nunca se sabe), se encuentra con poco caudal, lo que
facilita su descenso, ya que con mucho caudal este último rápel
causa muchas dificultades a la hora de acometerlo.
Tras una sesión
fotográfica y admiración por la belleza de la zona, que además se
encuentra habitada por una gran cantidad de cabras montesas y las
cuales ni se inmutan ante la presencia de seres humanos, realizamos
el último rapel cuando han pasado aproximadamente tres horas y
media. Una vez terminamos dicho descenso nos reunimos y comenzamos la
subida por la ladera que nos dirigía a la furgoneta. Ésta vez, y
debido a la situación del barranco, no hacía falta que hubieran dos
vehículos.
Llegados al vehículo,
nos quitamos los equipos y tras la pertinente foto de grupo
comenzamos el regreso, eso sí, haciendo una parada en la cercana
ciudad de Huéscar para degustar las delicias típicas de la zona.
Cabe destacar que el
regreso a nuestra ciudad fue muy animado y divertido, cosa que
siempre sucede en nuestras actividades y que hacen que las cuales
gocen de la calidad humana necesaria para la buena salud del mismo,
de la cual nos sentimos orgullosos, y que conservamos para que no
solo sea una simple actividad de espeleología,sino para que sea
hacer OJE de la manera más pura y auténtica.
La semana que viene
más en el Pascualín.
V.Q.S
Yenyo
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