El pasado fin
de semana, el círculo de Arqueros «los Montañeros» realizó la actividad que
tenía prevista: «Mística y leyenda», una acampada en la que intentaríamos
unirnos un poco más, tanto entre escuadras como en el círculo al completo. El
lugar elegido para esta acampada fue nuestro camping de confianza, AVENSUR, en
los Losares, cerca del Cañón de Almadenes.
Como toda
actividad, necesita una preparación y tratándose de una acampada requiere aún
más, por lo que, durante semanas, los mandos de nuestro círculo y el secretario
de actividades (Diego Ríos) estuvimos trabajando para conseguir el resultado
que esperábamos.
El viernes 28
de noviembre, el agua no cesaba en toda la localidad de Cieza: ¿qué debíamos
hacer?, ¿suspendíamos la actividad?, ¿iba a dejar de llover?... Tras muchas
preguntas, la respuesta fue: Sí, seguimos con la actividad.
A las 9 de la
mañana, hora de la quedada con los chicos en la Plaza de las Cortes, el cielo
estaba despejado, el sol brillaba y en nuestras caras se desplegaba una sonrisa
de oreja a oreja, tanto en la de los mandos como en la de los arqueros, incluso
en la de los padres. Una larga fila de coches partía rumbo al camping a las
9:30 de la mañana deseando empezar con la serie de actividades que nos quedaba
por delante.
Cuando ya nos
encontrábamos en el lugar almorzamos todos juntos para coger fuerza y poder dar
el pistoletazo de salida a las actividades.
Para empezar,
realizamos un acto, un poco especial, para que los arqueros se vayan adaptando
a la vida campamental y para que los nuevos conozcan lo que es un acto.
Seguidamente, comenzamos la primera actividad que pertenecía a la rama de
cultura y arte (culturales). En este caso, recuperamos una manualidad que se
había ido perdiendo en la O.J.E. con el paso de los años: construir un belén
con arcilla. A los arqueros les encantó la idea y el resultado fue bastante
bueno. Mientras los arqueros realizaban la manualidad, dos de los mando se
encargaron de preparan una pista de rastreo que se realizarían por la tarde
todos los chicos.
A las 13:30
estábamos todos juntos en un círculo cantando canciones y riéndonos un rato,
descansando de las actividades, por así decirlo. Después comimos y tuvimos
media hora de tiempo libre, pues por la tarde nos esperaba la pista de rastreo
que combinaba dos ramas: deporte y recreo (deportivas) y aire libre.
Dicha pista de rastreo estaba compuesta por 8
pruebas, todas se encontraban dentro del camping, pero había que salir también
al exterior en una de las partes. En cada una de las pruebas tenían que
conseguir el objeto que se encontraba en el mensaje escondido y cuando llegaran
al final, si habían conseguido todas las pistas tendrían un mensaje que
deberían ordenar. El mensaje era el lema que da título a este relato: los
imposibles también existen, el lema de nuestra acampada.
A las 20:00
montamos las tiendas en el comedor del camping, ya que fuera hacía mucho frío y
corríamos el riesgo de que lloviera por la noche y como dice el refrán: «más
vale prevenir que curar». Después de haber montado las tiendas, nos aseamos y
nos preparamos para la gran cena que teníamos preparada.
¡Sopa,
hamburguesas y patatas fritas!, ese fue el menú que nuestras cocineras
especiales nos habían preparado. La cena estaba de rechupete y, entre el hambre
que teníamos y lo rica que estaba la cena, tardamos cinco minutos en acabar con
los platos.
Como en todas
las acampadas que hacemos, por la noche hay una actividad, y precisamente esta
actividad era nuestro objetivo principal, la mística y la leyenda. Lucía
Valero, una de las mandos, se preparó un relato en el que los protagonistas de
la historia éramos nosotros mismos. Hablamos de emociones, sensaciones,
sentimientos y pensamientos que, quizá, nunca habíamos llegado a saber qué eran
o cómo se manifestaban exactamente en cada uno de nosotros y, gracias a esta actividad,
conseguimos conocernos y estar más cerca de nosotros mismos. Fue increíble.
A las 00:00
de la noche, «cada arquero a su tienda», era la hora de dormir y todos
estábamos agotados, así que media hora más tarde, todos estaban durmiendo.
¡Domingo!, ¡Domingo!,
los padres venían esa misma mañana y había que estar al 100% para jugar, comer,
hablar y un largo etcétera de verbos que acabarían agotándonos totalmente a
todos.
Nuestras
cocineras nos habían preparado un buen desayuno, por tanto, desayunamos y para
que no nos pillara el tren, recogimos las tiendas del comedor, pues íbamos a
empezar las actividades del domingo. En primer lugar, bailamos zumba con los
arqueros para estar activos desde primera hora de la mañana y, mientras tanto,
los padres comenzaban a llegar. Sin tardar ni un segundo, cuando los padres
estuvieron todos reunidos en el comedor: comenzaron los juegos.
Una vez
mezclados arqueros, padres y mandos en
un grupo enorme, se tuvieron que ordenar
por estatura sin poder soltar ni una palabra. Luego, los dividimos a todos en
tres grupos, para poder realizar los siguientes juegos: la carrera de
obstáculos fue la primera, dónde tenían que saltar sillas, mesas, reptar y,
entre otras cosas, dar vueltas; el segundo juego fue nuestro conocido
«borracho», los padres se lo pasaron «pipa»; luego vinieron las carreras de
relevos en las que hubo diferentes modalidades: una de las veces con las
cordoneras atadas por parejas, otra saltando como ranas y volviendo a «coscoletas»…;
otro de los juegos fue el inquilino. Y, como colofón a esta mañana divertida,
cantamos una serie de canciones en las que todos nos dejamos las gargantas.
Aunque había
estado lloviendo durante toda la mañana, nos lo estábamos pasando genial, pero
lo mejor estaba por venir: la comida.
Se olía a
comida en todo el comedor y el hambre iba aumentando por momentos, pero es que
cuando salió la enorme paella que nos habían preparado nuestras cocineras,
nuestras bocas se terminaron de hacer agua, en definitiva, una comida
espectacular.
A las 16:00
de la tarde, clausuramos la actividad y quedamos con los arqueros para la
actividad del próximo fin de semana.
Para ir
concluyendo esta memoria he de dar las gracias a: nuestras cocineras
especiales, Antonia y Maribel, madres de Gema y Sergio Haro (Yenyo)
respectivamente; a nuestro secretario de actividades (Diego Ríos) que estuvo
apoyando este proyecto en todo momento; a nuestro Presidente (Pedro Ríos) por
haberse preocupado por esta actividad, al igual que algunos de nuestros compañeros
del Hogar del Guía; a todos: MUCHÍSIMAS GRACIAS POR FORMAR PARTE DEL CÍRCULO DE
ARQUEROS.
Una vez más
nos hemos dado cuenta que sin esfuerzo no hay recompensa, y que no hay mayor
recompensa que romper barreras y hacer que «lo imposible, sea posible» porque,
aunque a veces creamos que lo imposible es imposible: LOS IMPOSIBLES TAMBIÉN
EXISTEN.
Vocalía de Información y Difusión
V.Q.S.
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