Hace tiempo
que viene siendo costumbre, aunque cada vez con mayor dificultad debido a
diversos compromisos personales que cada uno de nosotros adquirimos con el paso
del tiempo, que nuestro querido grupo de GECA viene haciendo actividades que se
salen fuera de lo habitual, fuera de la rutina semanal de nuestro
funcionamiento. Actividades que sea como fuere vienen siendo una “recompensa”
al trabajo duro y la constancia que este deporte requiere. Actividades que
procuramos sean un regalo para todos y cada uno de nuestros sentidos, para
nuestros gustos y para nuestro amor a este deporte.
Esta
vez nos decidimos por hacer uno de los barrancos míticos a nivel europeo, que
en realidad son tres y que entran dentro de las “mecas” del barranquismo para
los amantes de los deportes de riesgo como la espeleología: El barranco de Gorg
Blau, Sa Fosca y Torrent de Pareins.
Dichos
barrancos se encuentran en la
Isla de Mallorca, en plena Sierra de Tramontana, al norte de
la isla.
Varios
meses de llamadas, visitas en internet, documentación grafica y técnica, horas
de reuniones interminables y planificaciones, contando con la colaboración de
amigos más cercanos y más lejanos que con sus experiencias anteriores sobre
este terreno en particular nos pusieron al día de esta aventura. Porque no hay
mayor satisfacción que poder contar con la “solidaridad” que abunda entre los
que amamos este deporte y que hace muy muy grande la “deportividad” y
“compañerismo” vividos a lo largo de la historia de esta expedición. A todos
ellos gracias.
Por
fin llega el día y la hora previstos para emprender tan ilusionante viaje, tan
emocionante expedición que reúne a casi todo el grupo al completo, veteranos,
noveles, jóvenes y no tan jóvenes.
Día
21 de noviembre (Jueves): A eso de las diez de la mañana el grupo se concentra
en el lugar habitual para nuestras actividades. Nervios a flor de piel,
soluciones rápidas a pequeños olvidos y nos introducimos de lleno en la
expedición. Partimos dirección al aeropuerto de Manises (Valencia) donde
dejamos nuestros vehículos en un parking cercano al mismo. Tras pasar los
pertinentes controles de embarque y una comida rápida cogemos el avión que nos
lleva directos a la isla.
Una
vez allí, recogemos los vehículos de alquiler, hacemos compras de última hora
que el vuelo no nos permitía llevar y nos dirigimos al albergue, algo cansados
y con mucha hambre. Cuando llegamos, cenamos y rápidamente nos dispusimos a
preparar equipos, y la revisión parte por parte de todo el día. No tardamos en
darnos cuenta de que no iba a ser una expedición agradable. Llevaba varios días
lloviendo en la isla y los lugareños ya empezaron a advertirnos que lo que
teníamos planeado era un tanto arriesgado. Aun así no dejamos que el pesimismo
nos invadiera (eran muchos meses de planificación y no estábamos dispuestos a
retirarnos tan pronto). Antes de dormir acordamos seguir con el plan previsto.
Hicimos una especie de conjura, ya que no iba a ser precisamente un paseo. Los
posibles casos de hipotermia, la larguísima duración de la actividad, el
agotamiento físico y el desconocimiento del estado actual del barranco nos
hacen estremecernos un poco. Realizamos las llamadas pertinentes a miembros del
GREIM de la Guardia
Civil mallorquina y a los propios compañeros de Oje de la
zona, los cuales nos dijeron que esperáramos al día siguiente para ver como se
desarrollaban los acontecimientos meteorológicos. Todos nos fuimos a dormir,
eso sí, algo inquietos porque empezó a llover y a empeorar el tiempo.
Día
22 de Noviembre (Viernes): Nos levantamos a la hora prevista (6 a.m.). La noche todavía reina
y no nos deja ver lo que más adelante nos esperaba. Todos los vehículos estaban
listos desde la noche anterior. Desayunamos y emprendimos el camino hacia la
zona prevista de salida y aproximación al Gorg Blau, primero de los tres
barrancos a realizar. Justo cuando llegamos al lugar previstos comienza a
llover muy fuerte y no tarda en granizar. Todo era rabia e impotencia pero
quedaba un hilo de esperanza que nos hizo reaccionar como se debe de hacer en
estos casos: Primero, este no es un deporte cualquiera y hay que calcular todos
los riesgos posibles, es cierto que después de tanto tiempo soñando con esto
la” voz del diablo” estaba presente, pero con sentido común, que es el que
diferencia el disfrute del sufrimiento, decidimos dar por suspendida dicha
expedición, la tan minuciosamente planeada, eso sí, estábamos allí y no íbamos
a desaprovechar esa oportunidad. Hicimos varias llamadas a barranquistas de la
zona y amiguetes nuestros de Cieza y todos nos aconsejaron no entrar, aunque
nos propusieron alternativas siempre y cuando el tiempo amainara. Ya teníamos
nuevo plan y esperamos a la mejoría del tiempo mientras que, ya de día,
comenzamos a recorrer las carreteras de aquella zona y a levantarnos la moral
con tan bellas vistas. Montañas y Mar Mediterráneo juntos. Un espectáculo que
ya nos hizo recobrar la moral. Nos acercamos a Sa Calobra, destino final de
nuestra expedición original y allí el mar y las olas nos brindaron bellísimas
imágenes y muchas risas. Tantas que nos recuperó del todo en cuanto a ánimos y
decidimos enfundarnos los trajes de neopreno y hacer, al menos, el último de
los barrancos previstos originalmente, Torrent de Pareins. Con ayuda de los
comerciantes de aquella zona que nos dejaron una cochera a modo de vestuario
nos equipamos y cogimos rumbo a la senda de aproximación a dicha zona. Justo
donde termina Sa Fosca y el empieza el Torrent. Los ánimos de nuevo por las
nubes y muy buen ambiente durante toda la travesía nos hizo disfrutar como si
esa actividad fuera la planeada inicialmente. Y en verdad pudimos disfrutar de
al menos uno de los retos propuestos:
terminar en la desembocadura de este barranco en pleno mar. Una vista especial
que pone de manifiesto la grandeza y la belleza de la naturaleza. Contentos de
haber “aprovechado” el viaje y con la firme promesa de volver a la isla a
“quitarnos la espinita” emprendimos el regreso a los vehículos. Una vez
reunidos allí comimos en un restaurante que amablemente nos acogió. Entre risas
y comida intercambiamos opiniones y dimos paso a la segunda parte de esta
expedición: La despedida de soltero de nuestro compañero Bartolo, el cual se
casaba en dos semanas. Volvimos al albergue donde tras una ducha reparadora y
una cena, pasamos una velada entre amigos especial. Nos fuimos a dormir
satisfechos de la manera en que habíamos solventado tantos infortunios.
Día
23 de Noviembre (Sábado): Nos levantamos a buena hora y nos dirigimos a la
capital de la Isla,
Palma, donde disfrutamos de la ciudad y de su gastronomía hasta bien entrada la
tarde. De nuevo volvimos al pueblo que teníamos como base para disfrutar de una
cena y de la acogedora hospitalidad de la gente de aquella zona. Y tras una
larga noche volvimos al albergue a descansar. (Bartoloooooooo, que te
casaaaaaasssss!!!!!!). Este fue nuestro grito de guerra aquel día.
Día 24 de Noviembre (Domingo):
Este día fue el elegido para el regreso a casa. Recogida de equipajes y
preparación de los mismos para el vuelo. Risas de lo acontecido durante todo el
fin de semana y una pizca de “morriña” porque aquello que habíamos esperado
durante tanto tiempo llegaba a su fin. De nuevo en el aeropuerto que, nos vio
llegar ilusionados, pasamos los controles pertinentes y despegábamos rumbo a la
península, a Manises de nuevo, donde ya solo nos quedaba recoger nuestros
vehículos y volver a casa en la última etapa de esta expedición.
Siempre nos gusta destacar algo
de estas actividades. Pues bien, esta vez no será lo acontecido en lo referente
a este deporte y su apartado físico, si no que quiero destacar la preparación
mental, que fue puesta a prueba como nunca habíamos experimentado en los años
que llevo en este barco llamado OJE en general y GECA en particular (y ya son
unos cuantos). Fue un alarde de serenidad y saber sobreponerse ante la
adversidad sin precedentes……………. ¡¡¡¡¡¡y esto es lo que quiero
destacar!!!!!!!!. Como ya he dicho, nunca habíamos tenido la mala suerte de
sufrir este tipo de problemas y supimos anteponernos a lo adverso. Eso es con
lo me quedo personalmente y estoy seguro de que mis compañeros también. A veces
lo difícil es afrontar ciertos retos,……. en la mayoría de casos, retos que
hemos superado otras veces, pero saber qué haces lo correcto aún cuando el corazón te impulsa
a lo contrario y nunca has estado en estas tesituras es lo verdaderamente
difícil l. Así que es algo nuevo que, por muy difícil que fuera, supimos
superar y por ello me siento ORGULLOSO de mis compañeros.
Por último quiero agradecer a
todos aquellos que nos apoyaron y ayudaron desinteresadamente antes, durante y después de esta aventura,
que estuvieron pendientes de nuestra evolución en esta actividad,………… a
todos!!!!!!!. GRACIAS DE CORAZÓN
V.Q.S.
SERGIO HARO
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